jueves, 7 de septiembre de 2006

Intriga

Era una mañana como cualquier otra. Me tomé el ómnibus para ir a la facultad, me tocó ir parada. Iba en mi mundo, me gusta navegar por mi mente cuando viajo en ómnibus, total siempre es lo mismo. Pero esa mañana algo distinto pasó. Cuando íbamos por Colón, antes de llegar a Zípoli vi una pequeña… ¿una pequeña qué? Una carpita, pensé y un hombre sentado al lado. Eso logró que mi mente bajara a la tierra, ¿por qué ese hombre estaba ahí solo?

De repente me surgió una analogía. No era la primera vez que me llamaba la atención una carpa en ese descampado. Varias veces se habían instalado grandes carpas de colores, con animales, trapecistas, payasos. Sí, circos; muchas veces había ido al circo ahí. Eso es lo que me empezó a llamar la atención de esa imagen que había visto. Cuántas veces había sido feliz viendo una carpa en ese lugar, y esa mañana se veía tristeza, soledad.

“Vengo de Meteoro”
Sin duda quería saber algo más de ese hombre. Un hombre que estaba fuera del sistema y que seguramente tendría a quién culpar por ello. Tal vez a los peronistas, tal vez a los radicales, por qué no a los militares. ¿Tendría familia? ¿La habría abandonado? ¿Lo habrían abandonado? Muchas ideas pasaban por mi mente.
Tomé coraje y fui a verlo. Accedió amablemente a una entrevista y desde ese momento… desde ese momento las carpas de circo, la familia, el sistema y los políticos desaparecieron de mi mente.

Este individuo, del cual no sé el nombre porque nunca lo entendí, viene de Meteoro. ¿Dónde queda Meteoro? No queda en la provincia de Córdoba, queda por ahí arriba. Después de esa descripción de su lugar de origen, sólo mantuvo un discurso casi verborrágico en el que se mezclaban mercenarios, el año 1700, la ruta Panamericana que cruza la provincia, el Mar Azul, Diamante, la Mesopotamia, la montaña y la canciller-ministra de guerra, que no era hombre, era mujer. Ante cualquier pregunta que le hiciera, la respuesta era la misma. ¿Qué hacía él ahí? Quiere conocer Córdoba, está trabajando. En algún momento dijo algo de arqueología.
En fin, con sólo verlo ahí en su carpita, me surgieron muchas dudas. Después de visitarlo y de mantener un ¿diálogo?, no dejo de pensar en cómo habrá sido su vida y por qué habla con esos términos. Me arriesgo a pensar que en su soledad ha construido un mundo distinto al nuestro. Capaz que él, en su mundo, esté más resguardado que nosotros, aunque a simple vista no parezca.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hola gua!!!
quiero q me lleves a conocer ese tipo, ahora la q esta intrigada soy yo... jajja.tengo q reconocer q sos muy grosa y casi tan brillante como yo.te quiero mucho amiga

Anónimo dijo...

Las ciudades en el mundo cada vez tienen más personas, o personajes, que parecen de otro. ¿Es la humanidad las que los condiciona a que sean así, buscando escapar de ellos mismos y de los demás?